Dos jóvenes mochileros emprenden con alegría una caminata por las montañas de Georgia. Su plan es llegar hasta un pueblo en el que les han dicho que hay un buen sitio para dormir. Caminan durante seis horas, suben y bajan lomas, se toman algún descanso para regodearse con la belleza de las montañas y el glaciar que tienen ante ellos.
En este bello paseo, se topan con un río. Su guía de senderismo, donde se detalla la ruta que están siguiendo, menciona que al llegar al lugar en el que se encuentran «se cruza el puente». Asomados al río, miran a su derecha. No hay puente. ¿Estará, pues, a su izquierda? No, tampoco se ve ningún puente. Desandan parte del sendero por si en tan alegre caminar hubieran pasado por alto un desvío. No, las señales dirigen hacia el lugar donde, según creen, debería haber un puente.
Su seguridad de que en alguna parte hay un puente se basa en:
1. Se han cruzado con varias personas que hacían el trayecto inverso al suyo y, a pesar de haber intercambiado datos sobre el camino recorrido, ninguna ha mencionado que hubiera que cruzar el río a las bravas.
2. Se han cruzado con varias personas talluditas y no se las imaginan metiéndose en este río.
3. Todas las personas con las que se han cruzado estaban perfectamente secas (sin contar los chorros de sudor) y no llevaban ropa mojada secando fuera de las mochilas.
4. Lo indica la guía de senderismo.
Nuestros protagonistas sopesan sus opciones:
A. Cruzar el río caminando. Consideraciones: el agua baja con mucha fuerza, estará helada porque proviene de un glaciar, no conocen la profundidad del río, nunca han cruzado un río de estas características. Lo bueno es que si toman esta opción ya estarían al otro lado (¡obvio!).
B. Hacer noche junto al río y esperar que al día siguiente alguien los conduzca hasta el puente. Consideraciones: no tienen saco ni tienda (aunque las noches no son muy frías, seguro que refresca), no tienen la certeza de que alguien pase por allí al día siguiente. La parte positiva es que, aunque no tienen demasiada comida, tienen agua de sobra; tienen un mechero para hacer fuego y calentarse; creen que no hay animales peligrosos.
C. Desandar el camino hasta el último pueblo que han visto, en realidad, casi hasta el punto de inicio. Consideraciones: esto supondría caminar unas cinco horas más, incluyendo subir y bajar una montaña con un desnivel de unos 800 metros, algo extenuante en sus condiciones físicas. Lo bueno es que podrían comer a gusto, dormirían bien arropaditos en una cama y alguien les podría explicar dónde está el maldito puente.
Teniendo en cuenta lo expuesto, te lanzamos dos preguntas (que pueden tener, o no, la misma respuesta):
– 1) Y tú ¿que harías?
– 2) ¿Qué crees que hicimos nosotros?
Si te apetece jugar con nosotros, deja tu comentario.
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¡Uf!
1. Opción 2. Ponerme toda la ropa de la mochila, encender fuego en lugar seguro y cocinarme una sopa para pasar la noche durmiendo poco. Seguro que refresca.
2. Opción 2 ó 1. Si quedaba poco para llegar al pueblo, lo mismo os dio por cruzar… la promesa de un techo tiene su peso.
Pero la tercera pregunta es ¿se terminaba ahí el camino?
En fin, si lo escribís es que lo superásteis, ya nos contaréis cómo 🙂
¡Felices viajes!
¡Gracias por participar! Pronto sabrás lo que hicimos nosotros…
La respuesta a la tercera pregunta es que al otro lado del río había un camino, pero se difuminaba al acercarse al río, así que no se veía dónde llegaba exactamente.
Cruzar directamente por las piedras.
Tomarnos el pelo al pasar por el puente que estaba un poquito mas arriba.
¿Tomaros el pelo? ¿Nosotros? ¡Seríamos incapaces! 😉
Hicimos una de las tres cosas que decimos en el texto, pronto sabréis cuál.
¡Gracias por escribir!
Pues yo intentaría cruzar el río sin duda, porque entiendo que es andando y no nadando. Creo que vosotros hicísteis lo mismo, cruzar el río. Suerte en el resto del viaje!!
¡Interesante! yo creo que cruzaría el río, ya que estoy ahí y después de la caminata probaría a ver qué hay al otro lado de la orilla.
Y yo creo que vosotros dijistéis no, no me arriesgaré e hicistéis la noche ahí y al siguiente día probastéis de nuevo =)
¡Un saludo!
Si hubieras tocado el agua helada te lo habrías pensado un buen rato 😉
Muchas gracias por escribir. Pronto sabrás qué fue lo que hicimos.
mmmm… Yo creo que cruzaría el río (alguna vez nos pasó algo parecido y así lo hicimos).
Y creo que vosotros hicisteis lo mismo. ¿cierto?
Xavi, pronto descubriremos si optamos por lo mismo o no.
¡Gracias por dejar tu comentario!
Yo cruzaría el río. Demasiado vaga para volver.seguro que vosotros acampasteis y encontrasteis el puente al día siguiente
Cruzarías el río, muy bien. Pues nosotros…
Enseguida te lo cuento.
¡Gracias por jugar con nosotros!
Yo soy muy conservadora así que seguramente acamparía. Y no tengo ni idea de lo que hicisteis vosotros, os veo capaces hasta de volver al pueblo anterior. ¡Contadlo!
Pues acampar no parece tan mala opción… 😉
¡Muchas gracias por jugar con nosotros!
Acamparía esperando a los viajeros inversos del día siguiente, quienes indicarán el camino para encontrar el puente 🙂
Parece una opción muy razonable.
¡Gracias por dejar tu comentario!
En la foto no parece un rio muy caudaloso, yo también intentaría cruzarlo.
Enhorabuena por el blog.
No era muy caudaloso, pero el agua bajaba con mucha fuerza y, por si esto fuera poco, provenía de un glaciar, así que estaba helada…
¡Muchas gracias por dejar tu comentario!
intentaria cruzar el río, ya que parece poco profundo, creo un saludo.
Eso es lo que hicimos nosotros 🙂
Aunque no parezca profundo, el agua cubría por la cadera, bajaba con mucha fuerza y además estaba helada porque era de deshielo… ¡No fue fácil cruzarlo!
¡Muchas gracias por dejar tu comentario!